As orixes do "Aguiar" nunha conferencia de Antonio Río sobre Tenreiro e Ucha

La extraña desaparición de un Premio Nacional de Construcciones 

El 17 de septiembre de 1952 se inaugura el Instituto Laboral de Betanzos. Con los de Vilagarcía,  No i a y Tui, es uno de los primeros de Galicia. El centro, que se instala de

forma provisional en el antiguo Convento de Santo Domingo y que con el tiempo recibirá el nombre de Francisco Aguiar, brigantino y arzobispo de México, se convertirá en el referente cultural y social de la comarca de As Mariñas. Como el edificio que lo albergará a partir de 1957, un proyecto del arquitecto Antonio Tenreiro Brochón que recibirá el Premio Nacional de Construcciones Escolares y que, “inexplicablemente” para algunos, desaparece en los 80.

 

El instituto diseñado por Tenreiro, con la casa sindical proyectada por Rodolfo Ucha Donate, da título a la segunda de las conferencias del Ciclo del Anuario Brigantino, que pronunciará esta tarde, a partir de las 20.30 horas en el Salón Azul del Liceo, el investigador Antonio Río Vázquez. “Son dos ejemplos significativos que ponen de manifiesto el poco tiempo en que la arquitectura gallega se reincorpora nuevamente a la corriente de modernidad, y explicitan adecuadamente el tránsito desde el edificio clásico y monumental –propio de la etapa autárquica– hacia unas formas abiertas y flexibles, en consonancia con los nuevos programas docentes e institucionales”, escribe el ponente, profesor de la Escuela de  Arquitectura de la Universidad de A Coruña.


Quienes estudiaron en el antiguo edificio, además de preguntarse una y otra vez por qué lo derribaron “de la noche a la mañana”, llaman la atención sobre la funcionalidad y distribución, y la luminosidad de las aulas, emplazadas en los terrenos donde ahora se ubica el IES Mariñas.


La conferencia de esta tarde ayudará a muchos a recordar su paso por el centro y, sobre todo, a aclarar por qué aquella construcción marcó a los alumnos que en aquel 1957 se matricularon en el instituto de Betanzos.

 

REPORTAJE LUCÍA TENREIRO para El Ideal Gallego