Skip to Content

Recomendamos

Abril 2023

O futuro

Preguntades constantemente que faremos despois. Pero nós non sabemos responder con palabras. Non sabemos.
É coma cando todas as árbores dun bosque se inclinan ao mesmo tempo para indicar a dirección do vento. O seu boureo. A desorde.
Poderiamos chamarlle futuro á diferenza entre o que intentamos ser e o que somos, entre o que cremos ser e o que verdadeiramente somos.


Unha fórmula próxima á da decepción.
Pero nós eliximos a imaxe chorosa dunha virxe.
Escollemos unha estampa para poder rompela ou deixala esquecida dentro dun libro durante anos.
Alí, lonxe da vista. Onde non vos moleste nunca máis a nosa feliz indecisión.


Ismael RAMOS (Mazaricos, 1994) in Lixeiro (2021)

Data: 
Xov, 30/03/2023 - 10:24

Abril 2023

Algo que quería contarte  de  Alice Munro

        Recompilación de trece contos  que recollen as duras condicións de vida no campo e as probas ás que son sometidos os personaxes ao longo da súa existencia. As mulleres serán as verdadeiras protagonistas destes contos e os homes, o reflexo das súas ilusións ou os seus medos. Velaquí algúns dos títulos: La barca abandonada, Caminar sobre el auga, Marrakech, Dime sí o no, Verdugos, El valle de Ottawa, Cómo conocí a mi marido, El perdón en las familias. Unha presentación da vida cotiá da xente común, xente austera, silenciosa, tantas veces pobre, que garda os seus segredos e que a narradora, de xeito empático, intelixente e sutil irá revelando paseniño.

    “(…) —Desde luego, sabe cómo fascinar a las mujeres —le dijo Et a Char.
    No advirtió si se quedaba más pálida al oír ese comentario, porque Char era muy pálida por naturaleza. Ahora, con todo el pelo blanco, parecía un fantasma. Pero seguía siendo bella, eso no lo perdía.
    —No le importan ni la edad ni la talla —insistió Et—. Supongo que para él es tan natural como respirar. Solo espero que esas pobres no se dejen engatusar.
    —Yo no me preocuparía —dijo Char.
    El día anterior, Et había aceptado la invitación de Blaikie Noble para ir a una de sus visitas guiadas y oír su perorata. A Char también la invitó, pero naturalmente ella no fue. Blaikie Noble llevaba un autocar. La parte de abajo estaba pintada de rojo y la de arriba a rayas, imitando un toldo. En los lados se leía: EXCURSIONES AL LAGO, TUMBAS INDIAS, JARDINES DE PIEDRA CALIZA, MANSIÓN DEL MILLONARIO, BLAIKIE NOBLE, CHÓFER, GUÍA. Blaikie tenía una habitación en el hotel, y también trabajaba en los jardines, con un ayudante, cortando el césped y podando los setos y cavando los arriates. Qué bajo ha caído, dijo Et a principios de verano cuando se enteraron de que había vuelto. Char y ella lo conocían de los viejos tiempos.
    Así que Et se encontró apretujada en su autocar con un montón de desconocidos, aunque antes de que acabara la tarde había hecho varias amistades y se había comprometido a ensanchar un par de chaquetas, como si no tuviera ya bastante trabajo. Eso daba igual, su propósito era observar a Blaikie.
    ¿Y qué tenía para enseñar? Unos montículos cubiertos de hierba bajo los que yacían indios muertos, una parcela llena de pedruscos grisáceos tristes —con formas caprichosas parecidas remotamente a plantas (allí podía estar el cementerio, si querías)— y una monstruosidad de caserón antiguo construido con el dinero del alcohol ilegal. Explotaba todo al máximo. Un discurso histórico sobre los indios, luego un discurso científico sobre la piedra caliza. Et no tenía manera de saber cuánto había de verdad en las cosas que contaba. Arthur lo sabría; pero Arthur no estaba allí, allí no había más que mujeres bobas deseando caminar al lado de Blaikie al ir o al volver de los lugares de interés, charlar con él mientras tomaban el té en el Pabellón de Roca, deseando sentir su recia mano bajo el codo, la otra mano cerca de la cintura, cuando las ayudaba a bajar del autocar («Yo no soy una turista», le susurró Et tajantemente cuando lo intentó con ella).
    Les contó que la casa estaba embrujada. Era la primera vez que Et oía esa historia, y había vivido a quince kilómetros de allí toda la vida. Una mujer había matado a su marido, el hijo de un millonario, o por lo menos se sospechaba que lo había matado.
    —¿Cómo? —exclamó una señora, con una vehemencia desaforada.
    —Ah, las señoras siempre están ansiosas por conocer los medios —dijo Blaikie con una voz untuosa, cargada de sorna y ternura—. Fue con un veneno lento. O eso dijeron. Todo son rumores, habladurías del lugar. —(«Del lugar y un cuerno», protestó Et para sus adentros)—. Por lo visto no le gustaban las amigas que frecuentaba. A la esposa. No, no.
    Les contó que el fantasma vagaba de un lado a otro por el jardín, entre dos hileras de abeto azul. Quien se paseaba no era el hombre asesinado, sino la esposa, entre lamentos. Blaikie sonreía con aire compungido a los pasajeros del autocar. Al principio Et pensó que sus atenciones eran falsas, un vulgar señuelo para contentar a la clientela, pero poco a poco empezó a cambiar de idea. Se inclinaba hacia cada mujer con la que hablaba, sin importar lo gorda o escuálida o boba que fuera, como si deseara encontrar algo único en ella. Tenía una mirada dulce y risueña, pero seria, concentrada (¿era esa la mirada que los hombres tenían después de hacer el amor, y que ella nunca vería?), que le hacía parecer un buceador hundiéndose en las profundidades del mar, a través de la inmensidad y el frío y los restos sumergidos, para descubrir ese algo único que deseaba encontrar de todo corazón, algo pequeño y precioso, difícil de hallar, tal vez como un rubí en el fondo del mar. Le habría gustado describirle esa mirada a Char. Seguro que Char la había visto, pero ¿sabía ella con qué facilidad se prodigaba?

    Char y Arthur habían estado planeando un viaje ese verano para ver el parque de Yellowstone y el Gran Cañón, pero no fueron. Arthur sufrió una serie de mareos justo al final de curso, y el médico le obligó a guardar cama. Salieron varios achaques. Era anémico, tenía arritmias y un problema de riñones. Et temió que fuese leucemia. Se despertaba por la noche de preocupación.
    —No seas tonta —dijo Char con serenidad—. Es solo agotamiento.
    Arthur se levantaba al anochecer y se quedaba en bata. Blaikie Noble iba a visitarlo. Decía que su habitación en el hotel era un agujero encima de la cocina, estaban intentando cocerlo al vapor. Por eso apreciaba el fresco del porche. Jugaban a los juegos preferidos de Arthur, juegos de maestro de escuela. Jugaron a uno de geografía, y también a ver quién conseguía formar más palabras a partir del nombre Beethoven. Ganó Arthur. Sacó treinta y cuatro. Estaba pletórico.
    —Cualquiera diría que has encontrado el Santo Grial —dijo Char.
    Jugaban a «¿Quién soy?». Cada uno tenía que elegir un personaje, real o imaginario, vivo o muerto, humano o animal, y los demás intentaban adivinarlo en veinte preguntas. Et supo quién era Arthur a la decimotercera pregunta. Sir Galahad.
    —Nunca creí que lo adivinaríais tan pronto.
    —He recordado lo que ha dicho Char del Santo Grial.
    —«Tengo la fuerza de diez hombres —recitó Blaikie Noble el poema de Tennyson— porque mi corazón es puro.» No sabía que lo recordara.
    —Deberías haber sido el rey Arturo —dijo Et—. Te llamas como él.
    —Es verdad. El rey Arturo se casó con la mujer más bella del mundo.
    —Ya —dijo Et—. Todos conocemos el final de esa historia.
    Char entró en el salón y empezó a tocar el piano a oscuras.

        The flowers that bloom in the spring, tra-la,
        Have nothing to do with the case...

    Cuando llegó Et, sin aliento, aquel junio pasado, y le preguntó:
    —¿A que no adivinas a quién he visto por la calle en el centro?
    Char, que estaba de rodillas recogiendo fresas, contestó:
    —A Blaikie Noble.
    —Le has visto.
    —No, simplemente lo he sabido. Creo que lo he sabido por tu voz.
    Un nombre que no se había mencionado entre ellas desde hacía treinta años. En ese momento, Et estaba demasiado asombrada para pensar en la explicación que se le ocurrió más tarde. ¿Por qué iba a ser una sorpresa para Char? En este país había un servicio postal, y lo había habido siempre.
    —Le he preguntado por su mujer —dijo—. La de los muñecos. —(Como si Char no se acordara)—. Dice que murió hace mucho tiempo. No solo eso. Se casó con otra y también está muerta. Ninguna de las dos debía de ser rica. ¿Y dónde está todo el dinero de los Noble, del hotel?
    —Nunca lo sabremos —dijo Char, y se comió una fresa (pp. 9-13 )

 

Se premes aquí podes escoitar e ler algún fragmento máis.

Na nosa biblioteca tamén podes atopar, da mesma autora, Demasiada felicidad.

 

Data: 
Xov, 30/03/2023 - 09:08

Biblioxornal nº 69: Escribir as/ás mulleres

Data: 
!dat-abbreviation Dom, 05/03/2023 - 12:04

Muller e cine 2

Data: 
!dat-abbreviation Dom, 05/03/2023 - 15:00

Cinexornal nº 13: Muller e cine

Data: 
!dat-abbreviation Dom, 05/03/2023 - 12:41

Marzo 2023

MUJER SUJETO

Soy las manos que teclean
el pensamiento reproducido en una idea,
un verso, un poema.
La que mancha el papel,
la que escribe el libro.
Cuento, enseño, me equivoco, aprendo.
Soy sujeto.

No recibiré la acción de otros
cayendo sobre todas mis definiciones.
No me aplastará el sentido retórico
de las preguntas cuya respuesta
alguien presupone que debo ofrecer.
No recaerá sobre mí
la intención de quien me quiere.
No venderé mis sueños
ni me alejaré de mi camino
por seguir la estela de lo que cabía esperar.
Subordinada, única y exclusivamente,
a mi propia acción verbal.
Soy consciente de sus expectativas
pero solo cumpliré las mías.

Reconozco que una vez soñé con ser
la mujer de la que hablaban los poetas:
la de la pupila azul,
la que vuela,
la del mirar que escribe mundos
en el infinito,
la del cabello al viento,
la de los besos bienvenidos,
aquella que guardaba
los libros en macetas,
o quizá tan solo,
una más entre todas ellas.

Sin embargo, la realidad, la necesidad,
la verdad se impuso ante los sueños.
No soy la inspiradora de poetas.
Soy el oído al que hablan las musas,
La mano que sujeta el lapicero.
Cuento, enseño, me equivoco, aprendo.
Soy sujeto
en esta oración incompleta
que es la vida
y joder,
cuánto me alegro.

La palabra es nuestra
y también el momento.

                                    Andrea Valbuena (Barcelona, 1992)

Data: 
Mar, 28/02/2023 - 17:25

Marzo 2023

As malas mulleres  de  Marilar Aleixandre

     Novela que narra a situación das mulleres presas nos cárceres galegos na segunda metade do s. XIX e tamén o protagonismo de Concepción Arenal ou Juana de Vega a prol da dignificación das reclusas. Na Galera de A Coruña as reclusas viven sometidas á incomprensión, á infamia e ao trato inhumano e mergulladas nuns muros case infranqueables de silencio e esquecemento onde a sororidade, a aprendizaxe dun oficio e a importancia da lectura se converten na forza motriz e na esperanza para moitas delas.

    “(…) Nas salas todo está sucio; é raro ver un xergón que non estea manchado, unha pelica que non alcatree, un chan que non dea noxo. Mesmo a roupa limpa está sucia e iso acontece en todas as salas. Non puiden entrar na cociña, máis é de supoñer como a terán quen sae dela morriñento e cotroso, guinda o pan sobre as camas (moitas sen nada que cubra o xergón), onde ás veces cae sobre esgarros ou sangue; quen leva a galiña na man, mais que man!
    Outra consecuencia do desaseo son os insectos, mal terrible. Chinchas e carrachos que zugan o sangue, piollos causantes de proídos, pulgas que chimpan dunha cama a outra e a sarna, que eu considero a máis temible, escaravellando por baixo da pel. As roupas de vestir das presas, cando van limpas, adoitan contaminarse no roupeiro coas que están infectadas. Así volven unha e outra vez ás internas, sendo unha das causas da propagación deses animais tan repugnantes para as persoas libres, e que tanto mortifican ás míseras condenadas. (pax. 19)
    (...) Á noite, por veces, acorda desterrida oíndo chorar un neno. Abre os ollos, mais non está na casiña senón no xergón. Talvez algunha das mulleres se laiase en soños. Noutro dormitorio hai reclusas que teñen fillos. Nos seus oídos o choro soou á voz dun neno, a do seu irmanciño Xaquín.
    O primeiro fillo que paríu Encarna, de nome Manuel, naceu no medio do mes de xullo de 1846, un ano antes ca ela. El naceu en agosto, fará dezaseis anos nuns meses. Puxéranlle Francisca pola avoa, aínda que nunca lle chamaron outra cousa que Sisca. Até estes días non matinara en que Encarna tiña dezasete anos, pouco máis do que el agora, ao nacer Manuel; contáralle que casaran tres meses antes. Dous anos despóis dela, en xullo,  paríu unha filla, Rosa, que viviu dezasete días. Aínda virían catro meniños máis: Nola, Rafael, que naceu no ano do cólera e morreu ao día seguinte, Xaquín e Marica. Desde os sete anos Sisca tiña conta dos que viviron, sendo a máis vella das rapazas e a nai con pouca saúde e menos solaz. Nola e máis ela ían coa nai ao río lavar a roupa doutra xente e mais a súa. O último meniño nacera morto un ano de fame e a nai perdeu tanto sangue que houbo morrer. Despois, cantas veces diría pobres de nós, viñeron as desgrazas todas. O que non quere lembrar.
    O pai ía cada día ao cuartel da praza das Atochas, onde limpaba; ás veces traía sobras da comida que botaba ás agachadas nos petos do gabán, tiña vergonza de que alguén se decatase. Vergonza de pasar fame, de non ter que darlles aos fillos mesmo non sendo culpa súa; decote sente vergonza o que non ten por que e o que tería por que non a sente; ou así lle parece. Ao chegar á casa baleiraba os petos das mondas de pataca que a nai lavaba, despois de quitarlles os ollos, e cociñábaas con sebo; disque algunha xente facía tortilla con elas, mais na casa nunca houbo ovos, ao non criaren galiñas e custaren moito. Outros días, era a pel do touciño, rara vez anacos de broa porque marchaban con eles se non os comían no rancho; os que chegaban á casa era por colleren balor; a nai limpábaos para aproveitar o que se podía. Algún día de cocido, ósos da cachucha ou da soá medio rillados, que os soldados non aproveitaran ben e eles deixaban limpos. Unha vez trouxera un mandiño de cabezas de xurelo; os militares foráneos non se afacían coas cabezas de peixe; non cre que lles desgustasen, sería por non as saberen comer. Mais tampouco debían servirlles peixe, agás en días especiais. Adoitaban comer verzas fervidas, cando as había e papas de millo en auga. Unha vez a nai conseguira un pouco leite para os pequenos, gardou media cunca, mesturouno con auga e fixo papas de millo, moi ben lles souberan. Cando morreu Rafael, subíralle o leite, doíanlle os peitos, puxo neles a Nola, que tiña tres anos, e mais a ela, tende coidado, non me morder. Retiróuselle logo, pasaba fame de máis. Con todo e ser cativa, a comida do cárcere é máis abundante que a da casa, ás  veces até mellor se non fose que ten un algo de amarguexo, nos pratos ou na súa propia boca, quen sabe.
    Naquel ano en que naceu o último, o que non chegou a ter nome, Xaquín tiña tres. Era bonitiño coma un sanluís, falaba seguido preguntando por todo na súa media lingua. Sisca ía para doce anos, era o seu meniño, levábao con ela a todas partes menos ao río. As lavandeiras contaban dunha que levara a filla e sen ela se decatar caeu á auga e afogou, desde entón a nai colleu medo do río, aínda sendo tranquilo en Monelos, parecía imposible alguén, nin sequera un neno, afogar nel. Unha mañán Xaquín amenceu coas febres. Non sabían de que enfermara, que ían saber. Até un día que, ao facer o meniño de corpo no penico, viu as lombrigas. Brancas, longas como o seu dedo, finiñas, vivas. Todos padeceran das lombrigas cando nenos, mais nunca viran tantas delas. As lombrigas chuchaban o pouco que comía Xaquín, devorábano polos adentros" (pp. 23-25)

Data: 
Mar, 28/02/2023 - 18:11

Febreiro 2023

O MEU CORPO É UN MEMORIAL

O MEU corpo é un memorial
un campo de batalla
un pacto de bandeiras
un plebiscito universal.
O meu corpo é un territorio ocupado
onde libran conquistas poboadores estraños
un non-lugar.

O meu corpo é unha constante inmolación
e eu a limpar as bancadas
dos restos da traxedia
xenerosa cos meus demos e co meu tempo
ao que non temo nin lle escatimo esforzos
para protexer a fráxil criatura que me habita
dos leóns do coliseo.

O meu corpo é un memorial
unha guerra santa
un conflito armado
un desexo saqueado polo imperio
onde se alzan grandes laudatorios
de combates asimétricos.

O meu corpo é un reconto de violencias
unha banalización do mal
un salvoconduto falsario
co engano da libre elección.

O meu corpo é aquiescencia finxida
en pel de paquiderma
convertido en espectáculo viral.

O meu corpo
o meu corpo
o meu corpo
omeucorpo


CAMPELLO, Luz, Ben sabe o mar que posúo o botín das piratas, Galaxia, Vigo, 2022, pp. 13-14.

Data: 
Mar, 31/01/2023 - 14:44

Febreiro 2023

Ansiedad. A mí también me pasa. Manual práctico para jóvenes y adolescentes de Iris Pérez-Bonaventura
    

    Estamos diante dun manual para axudar a nenos e adolescentes a comprender que é a ansiedade e como lidar con ela. Unha invitación a reflexionar sobre a saúde e o equilibrio mental e, ao mesmo tempo, unha ferramenta útil para aprender a xestionar de forma efectiva o estrés académico, social, persoal e/ou familiar. Este libro xorde do traballo da autora, psicóloga clínica especializada en nenos e adolescentes quen, nos dous últimos anos, viu a máis de tres mil adolescentes que sofren medo, nerviosismo e preocupacións constantes. Coa súa experiencia, deu forma a esta obra para axudar a mozos e adolescentes a entender, xestionar e identificar a ansiedade que cada un sente e conseguir cambiar o modo de ver, desafiar e afrontar a vida para poder ser moito máis feliz.

    “(…) Cuando la vieron entrar por la puerta, ninguno de sus compañeros se lo podía creer. «¡Imposible!», exclamaron, convencidos de que era esa clase de persona que no tiene problemas y que nunca necesitaría acudir a un psicólogo. «Lo tiene todo», pensaban, sorprendidos: era guapa, simpática y divertida y ¡tenía un montón de amigos!
    No se daban cuenta de que, como todos, solo veían la imagen que ella presentaba, cómo se mostraba al mundo, no cómo era su vida en realidad. Y es que Lucía era una figura muy conocida. En muy poco tiempo, se había hecho inmensamente popular en Tik-Tok, donde levantaba suspiros. Sus fans se fijaban en absolutamente todo de ella: qué hacía, cómo se vestía y se maquillaba, dónde estaba y con quién. «¡Qué feliz es y qué suerte tiene!», pensaban todos sus admiradores, que no la conocían y no se daban cuenta de que en la plataforma solo se veía la parte  que ella decidía enseñar de su vida: obviamente, la positiva.
    Lucía sabía que había tomado una decisión equivocada hacía un año, por la que dejó de dormir por las noches, pero no sabía cómo cambiar, cómo alejarse de quien le hacía tanto daño. La única persona que conocía su secreto era su prima, quien le repetía día tras día que estaba en una relación tóxica, atrapada en un callejón sin salida. Ella la escuchaba, pero no cambiaba. No podía, porque estaba exhausta.
    Al igual que sus compañeros y ahora amigos, durante los meses de las sesiones grupales, Lucía comprendió que en la vida nunca es demasiado tarde para emprender un nuevo rumbo (páx. 23)

    (…) Eduardo enmudeció de golpe. Escuché cómo se le aceleraba la respiración e intentaba coger aire profundamente varias veces antes de continuar.
    -Recuerdo que me puse muy nervioso, tanto que casi no oí el sonido del móvil-prosiguió-. Era mi madre. Estaba en el coche, aparcada en la puerta de tu consulta, alterada porque no me veía. La tranquilicé diciéndole de forma mecánica que me quedaba poco rato para llegar, pero me sentí raro, porque se lo dije como si no fuera yo el que hablaba, como si fuera otro, ¿sabes? Es muy extraño…
    Eduardo descansó, tomó aire y continuó:
    -A veces creo que me voy a volver loco.
    -No te vas a volver loco-dije, sin poder evitar interrumpirlo-. Cuando tu mente percibe que estás asustado e indefenso y no puedes escapar de la situación, automáticamente, sin que te des cuenta, pone en marcha un mecanismo para intentar ayudarte. Al activarse, notas esa extraña sensación de desconexión entre tu identidad y lo que haces, como si hubiera una interrupción entre tus pensamientos, tus emociones, tu propia identidad y tus acciones. Este misterioso fenómeno tiene un nombre y aparece por un motivo concreto. Nosotros lo llamamos «disociación» y, en el caso que explicas, «despersonalización»; aparece en momentos de mucho estrés o en situaciones traumáticas. Cuando estamos en una situación límite, todos podemos presentar síntomas de distanciamiento y desconexión de la realidad (páx. 45)

    (…) -Lo hago solo cuando no puedo más- continuó Ángel-.
Hay veces que estoy tan mal que necesito hacer algo para calmarme.
    -¿Qué situaciones te hacen sentirte así? -le pregunté.
    -¡Uf! Tendrías que vivir mi vida y lo entenderías… -respondió con tristeza-. Ando solo por los pasillos. La gente me mira… Hay miradas que duelen más que las palabras… No encajo, no me siento parte de ningún grupo. Además, hay un grupito de cuatro chicos y dos chicas que se creen que están por encima de todo. Da igual el lugar en el que esté: el aula, el patio, los vestuarios… Siempre me encuentran, me arrinconan y me insultan.
    -¿Qué te dicen?
    -Que huelo mal, que soy feo, que soy gordo, que soy tonto, que soy gay, que no sé vestir, que soy una vergüenza… Me lo dicen tan amenudo que a veces incluso pienso que igual tienen razón.
    -¿Lo saben tus padres?
    -No- confesó Ángel.
    -¿Y tus profesores?
    -Creo que muchos profes no se dan cuenta… Se meten conmigo cuando el profe está respondiendo la pregunta de un alumno o está ayudando a alguien en el patio; justo entonces cuando nadie los ve, ellos actúan.
    -¿No hay ningún compañero que esté ahí, presente?
    -Sí, pero no hacen nada, porque tienen miedo… Yo los entiendo, todos tenemos miedo.
    -¿Por eso no lo cuentas?
    -Sí. No sé… Me da cosa, ¿sabes? Pienso que igual estoy exagerando… Pienso que, si no digo nada, quizá dejarán de hacerlo… -Ángel suspiró y se sinceró-: También me da vergüenza explicar que se meten conmigo… Vete a saber qué pensará la gente… ¡No que en realidad no está sucediendo nada de esto. Aunque ahora han empezado a darme collejas en el pasillo y me han dicho que, si se lo digo a alguien, me esperarán fuera del instituto para pegarme. Y yo… yo no quiero que pase. Quiero que se termine, por eso no digo nada.
    Ángel se quedó en silencio. Estaba claro que solo estaba contando una parte.
    -Precisamente porque quieres que termine, tienes que decirlo.
    -¡No!- exclamó, negando con la cabeza-. Mi hermana cometió el error de deciros a vosotros lo que me pasaba, pero ya le he dicho que no lo cuente a nadie más.
    -El error no lo cometió ella, Ángel -le contesté, después de unos segundos de silencio. Me aclaré la voz para que las siguientes palabras sonaran claras-: el error lo cometen los abusadores cada vez que se meten contigo. Con un chico como tú: bueno, noble, sensible y confiado.
    Ángel me miró y rompió a llorar. Fue en aquel instante cuando decidió que iba a explicarlo todo. Ya no podía más. Empezó a hablar como nunca lo había hecho, las palabras le salían de la boca sin que él las pudiera frenar, explicaba todas y cada una de las situaciones que había vivido; sin filtros, sin miedos. Por primera vez en meses, la verdad salía a la superficie"(páx. 179)

Data: 
Mar, 31/01/2023 - 13:27

Gandhi e a marcha do Sal

Máis información sobre a Marcha do Sal: https://archivoshistoria.com/marcha-de-la-sal/

Distribuir contido


by Dr. Radut