Skip to Content

Febreiro 2023

Ansiedad. A mí también me pasa. Manual práctico para jóvenes y adolescentes de Iris Pérez-Bonaventura
    

    Estamos diante dun manual para axudar a nenos e adolescentes a comprender que é a ansiedade e como lidar con ela. Unha invitación a reflexionar sobre a saúde e o equilibrio mental e, ao mesmo tempo, unha ferramenta útil para aprender a xestionar de forma efectiva o estrés académico, social, persoal e/ou familiar. Este libro xorde do traballo da autora, psicóloga clínica especializada en nenos e adolescentes quen, nos dous últimos anos, viu a máis de tres mil adolescentes que sofren medo, nerviosismo e preocupacións constantes. Coa súa experiencia, deu forma a esta obra para axudar a mozos e adolescentes a entender, xestionar e identificar a ansiedade que cada un sente e conseguir cambiar o modo de ver, desafiar e afrontar a vida para poder ser moito máis feliz.

    “(…) Cuando la vieron entrar por la puerta, ninguno de sus compañeros se lo podía creer. «¡Imposible!», exclamaron, convencidos de que era esa clase de persona que no tiene problemas y que nunca necesitaría acudir a un psicólogo. «Lo tiene todo», pensaban, sorprendidos: era guapa, simpática y divertida y ¡tenía un montón de amigos!
    No se daban cuenta de que, como todos, solo veían la imagen que ella presentaba, cómo se mostraba al mundo, no cómo era su vida en realidad. Y es que Lucía era una figura muy conocida. En muy poco tiempo, se había hecho inmensamente popular en Tik-Tok, donde levantaba suspiros. Sus fans se fijaban en absolutamente todo de ella: qué hacía, cómo se vestía y se maquillaba, dónde estaba y con quién. «¡Qué feliz es y qué suerte tiene!», pensaban todos sus admiradores, que no la conocían y no se daban cuenta de que en la plataforma solo se veía la parte  que ella decidía enseñar de su vida: obviamente, la positiva.
    Lucía sabía que había tomado una decisión equivocada hacía un año, por la que dejó de dormir por las noches, pero no sabía cómo cambiar, cómo alejarse de quien le hacía tanto daño. La única persona que conocía su secreto era su prima, quien le repetía día tras día que estaba en una relación tóxica, atrapada en un callejón sin salida. Ella la escuchaba, pero no cambiaba. No podía, porque estaba exhausta.
    Al igual que sus compañeros y ahora amigos, durante los meses de las sesiones grupales, Lucía comprendió que en la vida nunca es demasiado tarde para emprender un nuevo rumbo (páx. 23)

    (…) Eduardo enmudeció de golpe. Escuché cómo se le aceleraba la respiración e intentaba coger aire profundamente varias veces antes de continuar.
    -Recuerdo que me puse muy nervioso, tanto que casi no oí el sonido del móvil-prosiguió-. Era mi madre. Estaba en el coche, aparcada en la puerta de tu consulta, alterada porque no me veía. La tranquilicé diciéndole de forma mecánica que me quedaba poco rato para llegar, pero me sentí raro, porque se lo dije como si no fuera yo el que hablaba, como si fuera otro, ¿sabes? Es muy extraño…
    Eduardo descansó, tomó aire y continuó:
    -A veces creo que me voy a volver loco.
    -No te vas a volver loco-dije, sin poder evitar interrumpirlo-. Cuando tu mente percibe que estás asustado e indefenso y no puedes escapar de la situación, automáticamente, sin que te des cuenta, pone en marcha un mecanismo para intentar ayudarte. Al activarse, notas esa extraña sensación de desconexión entre tu identidad y lo que haces, como si hubiera una interrupción entre tus pensamientos, tus emociones, tu propia identidad y tus acciones. Este misterioso fenómeno tiene un nombre y aparece por un motivo concreto. Nosotros lo llamamos «disociación» y, en el caso que explicas, «despersonalización»; aparece en momentos de mucho estrés o en situaciones traumáticas. Cuando estamos en una situación límite, todos podemos presentar síntomas de distanciamiento y desconexión de la realidad (páx. 45)

    (…) -Lo hago solo cuando no puedo más- continuó Ángel-.
Hay veces que estoy tan mal que necesito hacer algo para calmarme.
    -¿Qué situaciones te hacen sentirte así? -le pregunté.
    -¡Uf! Tendrías que vivir mi vida y lo entenderías… -respondió con tristeza-. Ando solo por los pasillos. La gente me mira… Hay miradas que duelen más que las palabras… No encajo, no me siento parte de ningún grupo. Además, hay un grupito de cuatro chicos y dos chicas que se creen que están por encima de todo. Da igual el lugar en el que esté: el aula, el patio, los vestuarios… Siempre me encuentran, me arrinconan y me insultan.
    -¿Qué te dicen?
    -Que huelo mal, que soy feo, que soy gordo, que soy tonto, que soy gay, que no sé vestir, que soy una vergüenza… Me lo dicen tan amenudo que a veces incluso pienso que igual tienen razón.
    -¿Lo saben tus padres?
    -No- confesó Ángel.
    -¿Y tus profesores?
    -Creo que muchos profes no se dan cuenta… Se meten conmigo cuando el profe está respondiendo la pregunta de un alumno o está ayudando a alguien en el patio; justo entonces cuando nadie los ve, ellos actúan.
    -¿No hay ningún compañero que esté ahí, presente?
    -Sí, pero no hacen nada, porque tienen miedo… Yo los entiendo, todos tenemos miedo.
    -¿Por eso no lo cuentas?
    -Sí. No sé… Me da cosa, ¿sabes? Pienso que igual estoy exagerando… Pienso que, si no digo nada, quizá dejarán de hacerlo… -Ángel suspiró y se sinceró-: También me da vergüenza explicar que se meten conmigo… Vete a saber qué pensará la gente… ¡No que en realidad no está sucediendo nada de esto. Aunque ahora han empezado a darme collejas en el pasillo y me han dicho que, si se lo digo a alguien, me esperarán fuera del instituto para pegarme. Y yo… yo no quiero que pase. Quiero que se termine, por eso no digo nada.
    Ángel se quedó en silencio. Estaba claro que solo estaba contando una parte.
    -Precisamente porque quieres que termine, tienes que decirlo.
    -¡No!- exclamó, negando con la cabeza-. Mi hermana cometió el error de deciros a vosotros lo que me pasaba, pero ya le he dicho que no lo cuente a nadie más.
    -El error no lo cometió ella, Ángel -le contesté, después de unos segundos de silencio. Me aclaré la voz para que las siguientes palabras sonaran claras-: el error lo cometen los abusadores cada vez que se meten contigo. Con un chico como tú: bueno, noble, sensible y confiado.
    Ángel me miró y rompió a llorar. Fue en aquel instante cuando decidió que iba a explicarlo todo. Ya no podía más. Empezó a hablar como nunca lo había hecho, las palabras le salían de la boca sin que él las pudiera frenar, explicaba todas y cada una de las situaciones que había vivido; sin filtros, sin miedos. Por primera vez en meses, la verdad salía a la superficie"(páx. 179)

Data: 
Mar, 31/01/2023 - 13:27


page | by Dr. Radut